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Señora Juanita

  • Foto del escritor: Diana María Giraldo
    Diana María Giraldo
  • 16 sept
  • 2 Min. de lectura

Señora Juanita, usted sabe mi vida. Es muy dura, difícil y complicada. Llevo años viviendo lo mismo con este hombre. El otro día hubo una creciente, estaba lloviendo arriba en la sierra y estábamos avisados. De repente empezó a bajar el agua, el rio se llenó y se nos entró a la casita. ¿Usté cree que el señor Calderón estaba en la casa para ayudar en algo? No señora, que iba a estar si su amor lo tiene en la esquina, con la vieja de la tienda. La cerveza y el dominó son sus amigos. Yo sola con los pelaos sacamos adelante la situación. ¿Se acuerda cuando usted vivía aquí antes de irse a la capital? Igual, señora, igual. En este tiempo era más jodida la cosa porque los niños estaban pequeños. Él sigue vacilando con la vieja, yo creo que llevan como diez años de amores. Si seño, de amores y en la esquina de nuestra propia casa. Por ahí dicen que el pelao menor es hijo de él.  Vaya usté a saber. Claro que cuando le pagan (y eso cuando tiene trabajo) trae un bulto de comida: el arroz que es lo principal, el aceite, plátano y los enlatados de atún.


Eso sí.  Pero de resto, para los servicios y los gastos de los pelaos, es este pecho el que tiene que salir a trabajar para pagar todo lo demás. Hay días señora que yo no puedo con la obligación, se me sube la presión y doña Rosalía ¿Se acuerda de ella? Sí, la de la farmacia, me pone el tensiómetro y esa presión anda como la canción “por los aires” Me toca devolverme, llamar a la patrona pa´decirle que no voy.  ¿Uste cree que al señor Calderón le importa? Na´, na´, na´. 

Él tiene su vacilón en la esquina de la casa, ni se le ocurre venir pa´ve que nos pasa.


Mi vida es muy dura, Doña Juanita. Un día me voy a ir bien lejos, el golpe avisa. Usté me pregunta que cuando le voy a contar una historia diferente, que cuando voy a tomar decisiones, que cuando voy a levantarme de esta racha de mala suerte… Yo no sé… yo creo que el problema es esa maldita esquina de la casa. Ese es mi problema esa mujé, el licor, el juego y este hombre que vive enviciao en eso. Quizás cuando pongan el alcantarillado en el barrio, el problema se me acabe, quizás.


De pronto, cuando usté vuelva le tenga un cuento distinto. Sí, yo sé que son muchos años diciéndole lo mismo, pero no pierda la esperanza conmigo señora Juanita.



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