Noelia entre ellas
- Diana María Giraldo

- 16 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 mar
Noelia me cuenta como está ella. No quise nunca tener hijos, y menos hijas mujeres. Odio a las mujeres como me odio a mí. Vivo aquí en Santo Domingo, aunque nací en San Roque. Tengo un toldo donde vendo carne de cerdo los domingos. Me dicen que tengo cara de mierda, y no me importa. Dicen que las mujeres de por aquí no somos bonitas, y me importa un comino si no lo soy.
Noelia me cuenta de ella. Me dice que sigue siendo una mujer que destila amargura. No pregunta nunca por mí. Me duele. Sí eso me lastima, como el abuso de Mauricio. Yo que lo ayudé a criar, no esperaba que se le ocurriera espiarme cuando me bañaba. Llevo quince años viviendo en Medellín, trabajando en casas de familia.
Noelia se va mañana para la ciudad. Me trajo una caja grande de Marlboro. En semana me consume el tedio y fumo como loca. Mi hermano me dice que los remordimientos me están matando. No le presto atención, de lo hecho no hay deshecho.
Noelia volvió de Santo Domingo. Ella fue la que tuvo el valor de explicarme lo que pasó. Secretos de familia, que todos conocen pero que se guardan con celo para no hacer mas daño. Me vine de diez años para la ciudad. Antes viví con mi tío Arcesio. Siempre quería saber quien era mi mamá, pero los niños del campo somos muy temerosos y nunca pregunté. Mi prima Noelia es lo mas parecido que tengo a una mamá, ella también trabaja en casas de familia y me consiguió el trabajito con los García.
Noelia me llamó esta tarde. Me dijo que ella se está muriendo. Me preguntó si la quería ver, yo le dije que no. Ella está muerta para mí.
Noelia dígale a mi mamá que no me queda mucho tiempo. Cuéntele que siempre quise tener su amor. Dígale que ya le perdoné que me hubiera lanzado al río. Cuando vaya a visitarla llévele estas otras cajas de Marlboro, es el único placer que tiene la viejita.









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