Fue formado dentro de mí, en un misterio dramático y como una obra oculta, tras bambalinas.
Cuando lo vi por primera vez me pregunté: ¿tenía yo huesitos, piel, uñas, cabello para darle a este pequeño ser dependiente, lleno de ternura… que se formó dentro de mí?
Lo crio, lo cuido, lo amo, lo protejo, entrego mi vida en esa tarea. Sufro, disfruto, me frustro, aprendo. Amo con locura y hasta la muerte a ese hijo. Por él dejé de sentir hambre, sueño, cansancio.
Pero ¿qué veo? Ha crecido, se quiere ir, tiene sueños, tiene ideas diferentes a las mías, piernas más largas que las mías, brazos grandes y amplios; y una visión del mundo que yo no le di. ¡¿Para dónde vas?! ¡¿Para dónde crees que vas?!
Cierro la puerta con dolor, con llanto, con manipulación, con ira, con amargura. Rasgo mi corazón, ¡qué ingratitud!
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