La alergia en las manos era una situación que la sobrepasaba. Ella había asistido a numerosos médicos, había cumplido con todos los tratamientos farmacéuticos y naturales que le recetaron.
Profesional de la salud, joven y competente era ella. Con carisma para atender sus pacientes, emprendedora, hábil y muy inteligente.
Las manos no mejoraban, la alergia se volvió insoportable.
Se dijo así misma: Voy a hablar con Dios. Se encerró en su habitación,puso su mente y corazón en esta charla. Le pidió con toda la fe, su sanidad.
Hoy enseña sus manos, no hay rastros de alergia, usa solo cremas perfumadas. Cuando comparte esta historia, anima a sus oyentes a no dar vueltas innecesarias y ante un problema, conversar primero con Dios. Así de simple.
Comments