Tomado de "Faldas cortas para mentes largas"
Sebastián y Luisa se conocieron terminando la universidad. Se entendían a la perfección y compartían muchos momentos juntos. En una ocasión pensaron en casarse; pero se dijeron “nada, no es necesario, para qué nos vamos a comprometer, así estamos bien”
Luisa quedó embarazada y, después de discutirlo con Sebastián, decidieron abortar; se dijeron “no estamos listos para asumir esta responsabilidad, qué nos vamos a comprometer con esta trascendental tarea”
Estaban felices con sus vidas, libres y sin compromisos.
Un día Sebastián conoció a Karen, y quedó enganchado con ella. Se dijo a sí mismo “nada, qué me voy a quedar con Luisa, las cosas han cambiado y ya no aguanto más la monotonía”. Así se despidió de Luisa después de cinco años de relación.
Luisa no se quedó sola. Conoció a Santi y vivió unos años con él en una relación sin ataduras.
Por ese tiempo, a la mamá de Luisa le diagnosticaron una enfermedad terminal. Ella habló con sus hermanos y consiguieron una enfermera que la cuidara; se dijeron “para qué nos vamos a echar esta carga encima, además una enfermera lo puede hacer mejor y nosotros tenemos una vida que vivir”
La mamá de Luisa estuvo un tiempo atendida, con todo lo mejor, por la enfermera de turno, en la soledad de su vejez. Sin embargo, la salud de la anciana se complicó y Luisa diligenció ante la Corte la autorización para practicarle la eutanasia; se dijeron “para qué la vamos a tener sufriendo… mejor procedamos”
Hoy Luisa vive sola en un edificio en el centro de la ciudad. Nadie la visita. Ocasionalmente habla con el portero del edificio. Nadie se quiere comprometer con ella.
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