Me gusta caminar, también viajar en bus, y mucho mejor ir en carro. Uno de mis proyectos era aprender a conducir, pero por diferentes razones postergué la cosa. Una de las principales razones, era el miedo que tenía de hacerlo.
Y me llegó a finales del año pasado la oportunidad de tomar el curso de conducción. Así que, con el apoyo de mi esposo, me lancé a esta aventura y me dije: “Hay que aprovechar este momento. Es ahora o nunca”. Bien fatal la cosa.
Me matriculé en el Centro de Enseñanza Automovilistica Inteligencia Vial, en Rionegro. ¡Que gran equipo tienen! Desde las secretarias hasta los profes (de teoría y práctica) son personas muy especiales. Hice las 25 horas reglamentarias de teoría, y en cada una de ellas me preguntaba si iba a ser capaz de tomar las clases prácticas.
Presenté el examen teórico y muy bien todo, de 40 preguntas 38 salieron bien. El examen médico demostró que soy apta para estar frente al volante. Me inscribí en el RUNT (Registro Único Nacional de Tránsito) y todo listo para salir a la vía.
La escuela me asignó un profesor competente para acompañar estudiantes tipo “manojo de nervios” Las primeras lecciones fueron en las zonas rurales del municipio. Me sentí relativamente tranquila. “Doña Dianita, vamos a tomar la autopista. No profe, lo siento mucho, la autopista no. Aquí le entrego el carro”. ¡Que susto tan tremendo! La autopista Medellín-Bogotá tiene mucho flujo vehicular, es escenario de muchos accidentes, mejor entrego el carro y no expongo a nadie.
Aun manejando por veredas donde el tráfico es mínimo, hubo momentos en los que tuve que estacionar a la orilla de la carretera, bajarme y respirar profundo un buen rato. El pánico estaba a flor de piel. Pero el profe Dairo, estaba tranquilo con mi progreso y no sucumbió ante mis miedos. Por el contrario, insistió y llegó el día de manejar por la autopista.
Pasó una semana larga que no fui a clase, en parte porque no me sentía capaz de manejar mis nervios. Mis temores, eran mi mayor excusa.
Entonces volví a hablar conmigo misma: “Diana esta es una oportunidad que quizás no se repita, es algo que has deseado por mucho tiempo, tienes proyectos futuros en los cuales saber conducir y tener licencia va a ser un valor agregado. Si otras personas pueden, explícame ¿por qué tu no vas a ser capaz? Mira a tu alrededor la cantidad de hombres y mujeres que están en la vía, haciendo lo mejor… claro no todos porque ya ves que hay gente %$”###... Aplica lo que le predicas a tus amigas las Mujeres de Esperanza, animo pues, respira todo lo que sea necesario, y vamos con la mejor actitud y si no puedes dejar el miedo, pues llévalo a la clase. Sí se puede”.
Después de esta sesión de autoterapia las cosas fluyeron mucho mejor. Me enfrenté a la autopista, vi las motos a lado y lado, las tractomulas y camiones, carros detrás y delante de mí. Pura adrenalina. El profe confiado me instruía en lo que debía hacer. La clase terminó y yo estaba feliz, no me lo podía creer, ¡conduje por la autopista y lo hice bien!
El miedo no se fue del todo y según Jairo, también es una forma de protección.
¡Ya tengo pues licencia! No soy la más tesa, hay que seguir practicando y bueno, un día a la vez. No hay problema. Agradezco a mi familia por hacerme barra. También a la Escuela de Inteligencia Vial en especial al profe Daniel, Dairo, Cate y Leidy que me animaron con este aprendizaje. Y sobre todo, gracias a Dios por que Él me ayuda, y yo me dejo.
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