Mami bella, quiero escribirte estas palabras para decirte lo mucho que te amo y lo agradecida que estoy con Dios por darme una mamá tan fuerte y tan amorosa como tú.
Siempre le he dicho a mis hermanas que nosotras ante todo, hemos tenido mamá. Has sido una mamá presente en nuestras vidas, siempre has estado ahí en todos los momentos: los buenos, los malos, los felices, los tristes. Has dado también lo mejor que has tenido para nosotras: tu tiempo, tus recursos, tus saberes, tu amor y cuidado cuando éramos pequeñas. Creo que muchas veces decidiste pasar enorme dificultades para procurarnos a nosotras bienestar y cierta seguridad.
Son muchas las cosas que nos has dado. Tu has amado la vida y eso nos enseñaste a nosotras, también a amar a nuestros hijos y ser buenas mamás. Nos has enseñado a ser sensibles a los demás, a ser generosas y compartir con otros, a reírnos de las cosas y también de nosotras cuando nos equivocamos.
Además, nos has heredado tus saberes como tu habilidad con las letras, que yo especialmente he aprendido. Cuando veo la mujer que soy, y lo que he podido hacer con mi vida, creo que fue gracias a ti y a todas esas cosas tan valiosas que me has entregado. Mi hermana, también heredó de ti esa capacidad tan hermosa para las manualidades, ¡ella es una tremenda con el crochet! Ese gusto por la combinación de los colores es pura herencia materna, igual que el amor por el canto y la música. Mi hermanita, la menor, también ha heredado de ti muchas cosas bellas, sobre todo ese amor y entrega por su hijo, con quien ha caminado su vida en medio las adversidades. Ella también es una mujer fuerte para el trabajo, sin miedo, se le ha medido a los retos que le ha impuesto la vida.
Quiero agradecerte tu presencia conmigo. A veces me equivoco, y contesto de forma inapropiada faltando al amor que te tengo, quiero pedirte perdón por qué de muchas maneras no he sido lo mejor. Sí mami, yo he fallado mucho, me ha faltado paciencia para escucharte y sobrellevarte en esos días difíciles que has tenido. Por esos errores de siempre te pido que me perdones.
Entiendo que tu vida no ha sido fácil, sé que te defraudaron aquellos en quienes se supone debías poder confiar. Agradezco al Señor que Él llegó a nuestra vida para mostrarnos un camino mejor de amor y paz por la Cruz del Calvario.
Esa es la mejor herencia que nos ha dejado, tu fe fuerte y firme en el Señor Jesucristo, tu amor por Dios nos han acompañado y yo sé que tus oraciones constantes por nosotras y por nuestras familias Dios las ha escuchado y te ha contestado más allá de nuestras expectativas.
Estas son algunas letras, que escribo con mucho amor para ti, para que sepas que sigues contando conmigo, mi paciencia, mi amor y mi presencia para acompañarte en el camino que estás recorriendo. ¡Aquí estoy Marinita de mi corazón!
¡Gracias por lo que has hecho, lo que hoy haces y lo que harás por nosotras tus amadas hijas!
¡Te amo mi hermosa mamá!
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