Doña Graciela
- Diana María Giraldo
- 15 jun 2024
- 4 Min. de lectura
He escrito sobre mi abuelo y creo que no sería justo y estas historias no estarían completas si yo no hablara de ella. He escuchado por ahí, que de alguna manera celular, yo también estuve en el vientre de mi abuela y ella sin pensarlo me transmitió su información. Sin embargo, más allá que esto, creo que está presente en mi vida a través de mi mamá y su crianza, y de mi propio caminar con ella. Quisiera ser Salazar directamente, pero el apellido de las mujeres se va perdiendo y el suyo ya no figura más, y mi hija también perdió esos apellidos, ella ya no es Jiménez, ni Salazar. Así es la cosa.
Tengo tres fotos de mi abuela frente a mi escritorio, las miro con frecuencia y me alegra verla. En una de ellas la abuela tiene una torta de cumpleaños en sus manos. Ella falleció el 2014, a sus 92 años. En general, disfrutó de buena salud, ella no se quejaba y frente a sus dolores, acudía más a la medicina natural que a la medicina tradicional. Tenía muchos libros sobre el tema, los leía, compraba plantas medicinales, aceites y cosas por el estilo.
Madre de ocho hijos, a los que crio con mucha escasez. Era una mujer práctica, capaz de ponerle el pecho a la vida. Aprendió algo de modistería, y ajustó numerosas veces los vestidos que le regalaban para que le sirvieran a Marina primero, luego a Fanny y finalmente a Glorita.
Con una máquina rústica hacía también arreglos en el pueblo y ganaba algunos pesitos. Con el paso del tiempo también nos hizo vestidos con boleros y tiritas a mis hermanitas y a mí.
Mi viejita era bastante laboriosa. Le gustaba hacer collares, pulseras y aretes con canutillos usando nailon. Tenía un tarro grande con todos sus materiales de trabajo y yo me entrenía jugando con ellos.
La admiro porque fue una mujer emprendedora, no dependía de lo que el abuelo le diera (pues los recursos eran muy escasos). Las ventas eran lo suyo, y vendió cositas toda su vida: accesorios, joyas de oro, ropa, telas y por supuesto sus tejidos a crochet.
Me imagino, que sus hijos le daban ocasionalmente algún dinero para sus gastos. Pero ella fue una mujer autónoma en su economía y yo pude terminar mi bachillerato en paz, debido a que ella cubrió mis gastos.
No tiene sentido escribir para la culpa, pero siento que me faltó agradecerle. Nos pasa con frecuencia a los humanos. Pareciera que necesitamos, el peso de los años para darnos cuenta de todo lo que otros han hecho por nuestro bienestar.
La otra foto frente a mi escritorio, mi abuela posa con una copa de champaña, pareciera que fuera a brindar, quizás alguna celebración especial. La veo en sus años de ancianidad celebrando y yo también quiero que me pase así. Quiero encontrar muchos momentos para gozar la preciosa y única experiencia de la vida.
Doña Graciela era toda una matrona paisa, de armas tomar. El abuelo consideraba que ella era mucho más sabia, ágil e inteligente que él, y por eso delegó el liderazgo de la familia en manos de ella. Estoy segura de que no fue fácil.
Era temerosa de Dios; sin embargo, a mi parecer, no era demasiado religiosa, y tenía una mentalidad abierta y no muy aferrada a sus creencias religiosas. Le gustaba leer, y como lo dije antes le gustaban los libros de medicina natural. Disfrutaba de la literatura, y me hablaba de la belleza de María (Jorge Isaacs), Lejos del Nido (Juan José Botero) La Marquesa de Yolombó (Tomás de Carrasquilla). No sé cómo llego a ser una lectora dedicada, si el acceso a las bibliotecas y los libros, no eran privilegios para las mujeres y menos pobres. Leía con cierta fe, obras de ciencia ficción como Yo visite Ganimedes (Yosip Ibrahim) y no dudaba que era posible la vida en otros planetas y las visitas de los OVNIS no eran algo tan extraño. En un cumpleaños me obsequio la trágica historia del Caballo de Troya (Homero)
La abuela procuraba la prudencia y la bondad, y eso me lo enseñó cuando era pequeña. Sin embargo, tenía su orgullo, no fue “monedita de oro” y al tener el liderazgo, tomar decisiones y adoptar posiciones; generó malestares en la familia.
Y claro, esto siempre tiene sus riesgos, complacer a unos y defraudar a otros. No puedo juzgarla, solo Dios sabe plenamente lo que mi abuela tenía en su corazón y que la llevó a tomar algunas decisiones. Igual estoy en el círculo de sus favoritas, y nos quisimos hasta el final. Con el paso del tiempo, las consecuencias de lo que sembró la siguieron, y para mí no es sencillo escribir sobre esto. Soy arte y parte, estoy en su equipo.
Hoy brindo por ella, también sostengo una copa en mi mano, agradezco la vida larga que Dios le dio a esta mujer y brindo por ser su nieta y heredera de ese legado que ella depositó en mis manos. ¡Salud Chelita!

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